Mi Meridiano

Hoy, en Concepción

Acabo de ir a dar una vuelta por Concepción.
No había venido desde febrero, días antes del terremoto.
Lo primero que vi fueron los tacos que hay para andar por el, ahora, único puente que sirve para cruzar de un lado al otro de la ciudad.
Pero era de noche y no vi nada más.
Hoy fui a dar una vuelta al centro, y es extraño...
Con el paso de los días, las calles limpias y los escombros poco a poco removidos, uno ve una ciudad casi normal.
Pero, si miras un poco más allá, si te detienes en las esquinas o si una persona te pasea y te va obligando a ver más allá de lo que está a simple vista, todo conmueve.
Esquinas enteras donde no quedó nada: farmacias, preuniversitarios, universidades, oficinas, calles y vidrios rotos, pero también hay esperanzas rotas.
Leer los diarios de Santiago debe ser casi un alivio para personas que luchan día a día con la desidia, mientras en Santiago es noticia que una chica que baila subió un edificio, acá los edificios se cayeron y se siguen cayendo.
No se ha reconstruido nada, nada de alguna forma, Dios ha hecho un trabajo de piedad y no ha puesto lluvias en estos lares hasta hoy. Normalmente en Concepción llueve desde marzo, pero ahora nada.
Hay edificios que siguen a la venta, con carteles de nuevos y que sabemos, hay fotos que después del terremoto quedaron mal y los maquillaron.
Los supermercados se están reabasteciendo, pero por ejemplo, no hay vidrios en las tiendas, la gente que no perdió la casa, tiene frío que entra por las ventanas.
Hay miedo, escuchar una micro que pasa es pensar que viene de nuevo un temblor.
¿Qué nos importa en verdad?
El terremoto no se acabó, recién comienza.

posted by Pavivina @ 11:08